Musas traicioneras

Cada poco redescubro en rincones de mi cerebro, destellos, chispazos de lo que alguna vez fue inventiva e incluso talento, procediendo inexorablemente a alzarlos hasta mi frente donde vuelve a situarse clara y distintamente; como diria Descartes, como aquellos hediondos peces muertos que emergen de las profundidades por una misteriosa fuerza que evita el anonimato perpetuo de esa perdida.

A retazos, no siempre encuentras el pez entero, encuentro una ligazon sin grietas aparentes entre los estados alterados de conciencia y el arte, del que tambien se vale la ciencia en menor medida, al ser tan irresistible el deseo de taladrar y dejar al descubierto la mente humana. Pero sin embargo se avanza a machotazos por una superficie de cemento armado por lo que no es facil el progreso.

Las drogas, la locura y el arte, son hijas del mismo padre solo que de distintas rameras, ¿o tal vez son madre, hija y abuela? En cualquier caso la parentela es incontestable. Casi podrian ser musas mellizas, aunque no creo que nadie las quiera a las tres juntas en su estudio, pero tal vez si en su cama. Enrrollarte con la droga mientras con la mano acaricias las tetas de la locura sin dejar de hacer piececitos con el arte por debajo de las sabanas.

Hay que estar loco para no buscarles pero llegan a volverte loco si las encuentras, ya que te encaminan a nuevos parajes inexplorados aún gran parte de ellos pero suelen abandonarte una vez allí y no hay forma de regresar sin ellas.

Solo os dire para vuestra seguridad que el arte siempre fue un jovencito ambiguo, afeminado, que seduce irremisiblemente con solo una mirada suya, por otra parte la droga es una señorita zarrapastrosa; siempre a medio vestir, por cuyos voluptuosos labios serias capaz de hacer lo que sea, sin embargo si te cruzas con la locura no la escuches, no dejes que diga una palabra o sera el fin. Yo cai ante los tres, ¿Quién sera el proximo?