Matadero ( Pag. 11- 20)

Cuaderno de bitacora a 31 de agosto del 2007: aqui una nueva aportación de esa historia sangrientoargentina que tanto me gusta, cada vez le cojo mas el hilo a guion surgido desde cero y que por el momento no pasa de esos lectores pero ahí queda el espíritu de que algun dia pueda ser valorada en formato cinematografico. Mientras tanto 10 nuevas paginas para el que le interese y para mi deleite personal...


Profesor

¿Bueno? ¿Quién es? Ah, hola. ¿Qué hay de nuevo? Si lo vi. Tranquilo los chicos están en el recreo. ¿Como se te ocurre montar ese quilombo? ¿Que era una prueba? Y a plena luz del día, imagina que se filtra fuera el suceso. Se iría todo a la mierda. No me jodas, iré a verte después de la clase. Tenemos que hablar de lo que tienes en mente, no me puedes ocultar maniobras semejantes. Estamos juntos en esto, así que me vas a contar pequeños detalles como el de ayer. Y no quiero ambigüedades. DIÁFANO.
¿Me explico?

Auricular

Claro que si, Jerónimo.

El profesor cuelga el teléfono visiblemente afectado, la cara torna púrpura de ira esta fuera de sus casillas y comienza a caminar de un lado a otro maldiciendo en catalán a todo dios conocido.

Jerónimo (en catalán)

Porque, cojones tuve que hacerle caso. Demente mental, infame, ¿Cómo puedo confiar en él? Esta volcado.

Andrea aparece de repente tras la puerta, sin decir nada pasa a su lado y recoge sus cosas, el profesor no le detiene, se echa en el sofá de orejas para calmarse. Mira al chico ir guardando uno a uno los libros académicos, cuando todo esta en su mochila se la echa al hombro, se fija en el jarrón con cinco rosas frescas que hay sobre la chimenea para tomar una de ellas y arrojarla al fuego. El profesor observa cuando el niño le dirige la mirada, siendo recompensado con un gesto de aprobación por parte de Jerónimo, con esto enfila la salida. Solo, escuchando el crepitar de la rosa, queda Jerónimo inmutable.
Los otros chavales esperan a Andrea en la esquina de la casa., Carlos es el siguiente en entrar a por sus cosas y tras él Franco hace lo propio. Ya todos listos toman dirección a la plaza. Son las doce del mediodía aproximadamente, cuando llegan se tiran en el césped y sacan la pelota pequeña con la que jugaban ayer a esa misma hora. Cuando ocurrió el desafortunado incidente, tras unos minutos allí una extraña sensación les recorre el cuerpo y los tres a la vez miran hacia el lugar en el que todavía están las manchas de sangre en el enlosado. Extrañamente confusos se acercan al borrón coagulado que ha adquirido un tono marrón, Andrea además se interna entre el seto para examinar lo que queda de la farola, esta completamente sesgado solo un tubo de acero de 20 centímetros de altura y unos milímetros de grosor.

Andrea

Chicos venid. Ved esto.- se acercan sus colegas- Para cortar esto han tenido que usar una hoja eléctrica, es demasiado grosor para cortarlo con las manos. Y no hay marcas de sierra. Mirad por los alrededores, a lo mejor hay alguna pista.

Franco

Ya inspeccionó la poli y no encontraron nada. Sin embargo, nosotros encontraremos algo.- irónico- no seas tan capullo.

Andrea

¿Qué es eso? Te lo dije. Ese cabrón no es ningún profesional, yo diría mas, un poco chapucero.


En lo alto del árbol que hacía sombra sobre la farola como dando cobijo al tubo metálico, ahora seccionado, puede verse completamente descolgado de una de las ramas más bajas, un guante blanco. El chico no tiene más que alzar la mano y recogerlo, solo esta enganchado superficialmente en un brote incipiente.

Andrea

Esto no lo esperabas, eh, Franco. Mira, Carlos, lo que hemos encontrado. ¿Carlos?- gira la cabeza, no lo ve por ninguna parte. Salen del césped tras el seto y ven a Carlos unos metros más allá de espaldas a ellos.

Se acercan lentamente con la pista en la mano de Andrea, mientras Carlos completamente pétreo mira al suelo. Llegan a su lado.

Andrea

Mira, se lo dije al inútil este. ¿Qué te pasa?

Carlos, con un palo en la mano, pinchaba el aire sin saber muy bien porqué, sus ojos contemplaban la sangre seca del chico muerto el día anterior. No responde a ningún estimulo, lo zarandean pero no reacciona. Esgrime el palo cual estoque sin dejar de atizar el vacío. Pero todo tiene una calma, por lo que, en un acto de catarsis paranoide, retrocede medio metro de la mancha para, finalmente, salir del trance.

Franco

¿Estás bien? Te llevaremos a casa.

Casa: sobre las dos del mediodía. Interior lleno de estanterías repletas de libros formando incluso filas dobles, una mesa de estudio con su silla correspondiente y una televisión sobre un pequeño mueble bar que hace las veces de mesita. En lo profundo de la vivienda sonido de agua, fuera música animada. Tocan a la puerta.

Voz (desde la ducha)

Ya va. Ya va.

Un hombre mayor de alrededor de 50 años cruza el salón con un batín de ducha puesto a medias, solo un brazo metido y media bata enrollada por la cintura mientras que el pelo completamente empapado le cae por debajo de los hombros, y por supuesto, las gotas se deslizan entre los pelos de su espalda. Mira por la mirilla para después abrir.

Hombre

Caballero Jerónimo, increíble, hacía ya algún tiempo que no me brindabas este honor. Pasa, ¿Quieres tomar algo?

Jerónimo

Tranquilo, no tengo mucho tiempo. Solo he venido por lo que hablamos.

Hombre

Pues me vas a permitir que yo deguste el whisky de después de la ducha.

Jerónimo

Ven aquí, boludo.- algo exasperado- tengo que hablar contigo sobrio. Que después comienzas a desvariar y perdemos el hilo, Teo. ¿En qué piensas? Me dijiste que comenzaríamos en breve. Eso fue en febrero, y ya estamos cerca del verano.

Su interlocutor, haciendo oídos sordos a las advertencias, andaba en la cocina echándose un copazo. Vuelve con él en la mano izquierda que estaba descubierta.

Jerónimo

¡Que te acabo de decir!

Teo

Tranquilo, señor Bosch. Parece que la sangre catalana aún hierve en tus venas. Me gusta. Lo de ayer fue una prueba, antes de la traca final.

Jerónimo

Maldito, psicópata ¿¡por que a plena luz del día?!¿¡Y en la plaza?! Estas chalado.

Teo

Quería que alguien lo viera.

Jerónimo

Genial, delirios de grandeza. ¿Ganas de mostrar tu arte?- irónico – casi lo echas todo a perder, estúpido.- enfurecido.

Teo

Señor Bosch – autoritario - no se enfade. Esta parte del plan le era desconocida porque no necesitaba conocerla. Lo que viene a continuación le atañe en gran medida. Así que présteme atención

La música de fuera se vuelve tétrica, casi cortando el aire.

Teo

La fiesta va a comenzar. – La música vuelve a ser suave- perdona que desconsiderado, ¿Has comido? ¿Te quedas a comer?

Jerónimo

Gracias.

Casa de Jerónimo Bosch; el profesor: por la tarde, tango argentino sale por los altavoces que cuelgan de las farolas. En casa se baila el tango.

El bandoneón inunda la sala, en el segundo piso, donde se contonean ante una pared de espejo Andrea y Cristina, los dos únicos alumnos de la peculiar escuela de baile, la profesora, señora de la casa y esposa de Jerónimo; Ivana Bosch. Danzan de un lado a otro dando golpes secos en el suelo a su paso, ambos son buenos bailarines y tratan de conseguir mejores resultados esforzándose al máximo.

Ivana

Muy bien chicos, ya es suficiente por hoy. Andrea debes perfeccionar tu expresión, estas demasiado tenso ¿Tienes algún problema?

Andrea

No, señora Bosch. Estoy preocupado por Carlos, esta mañana le dio una especie de ataque epiléptico. Lo llevamos a su casa pero se encontraba bien. Franco se ha quedado con él hasta que lleguen sus padres.

Ivana

Cariño, si esta con Franco no necesita que tu mente este con él, así que por favor mañana centrate en la clase. Cristy ¿puedes quedarte un momento?

La chica sentada en un banco de gimnasia secándose el sudor.

Cristina

Claro, Ivana.

Ivana

Andrea tu ya puedes ir a ducharte, llevate la bolsa con la ropa limpia, por favor.

El chico agarra de un asa la bolsa y se la lleva a rastras desparramando todo su contenido durante el trayecto por no cerrarla debidamente.

Ivana

Dile a Gloria que venga en veinte minutos, sigue estirando mientras tanto. (En voz baja)

La chica baja al piso de abajo para llamar a su amiga por teléfono. Mientras tanto, la señora Bosch sigue a Andrea a la ducha, el joven no ha cerrado por completo la puerta del aseo, despiste que aprovecha la mujer para echarle un ojo a su imberbe alumno que se exhibe con total naturalidad en su apogeo antes de entrar en la bañera para el vicioso deleite de la madura aunque su cara no refleje deseo sino mas bien curiosidad, embobada mordiéndose el labio inferior agachada tras la puerta.

Casa de Carlos: anochece ya. En el pueblecito casi nadie por la calle totalmente abandonada de circulación de cualquier tipo. El hilo musical vuelve a ser simplemente ambiental.

En el segundo piso de la casa una luz tenue escapa entre las livianas cortinas dibujando la silueta de un chico en la ventana. Es Franco quien, junto a la cama, protege la evolución de su compañero divagando en reflexiones personales sobre su entendimiento de sus circunstancias. De ambos. Los padres de Carlitos aún deben andar trabajando.

Franco

No puedo con él. ¿Quién se cree que es? Tío, no se que le pasa a este pueblo. Él es el niño bonito. Todo lo hace bien. Todos lo tratan de portento. Y no es más que un ególatra. Y Cristina no le quita ojo, cabrón.

Carlos tumbado en la cama.

Carlos

Yo no creo que lo traten de portento, es más, le exigen mucho más que a nosotros cuatro. Sabes lo que pasa, es el mayor de los cinco, y eso se debe notar en algo.

Franco

Si, ya. ¿Me vas a decir que ser hijo de Sigüenza no le da trato preferente?

Carlos

Eso que tiene que ver.

Franco

Que su padre es el director empresarial de la granja. Dirige a todos los habitantes del pueblo, como es normal su hijo debe ser bien tratado para que nadie sea despedido.

Carlos

Menuda estupidez. Ser director no le da derecho a despedir a nadie. Además mi padre me ha dicho que el dueño de la granja es el profesor Bosch. Él es quien decide los despidos.

Franco

No me trago esa milonga.

Carlos

Tú sabes que mi padre ha estado tres veces a punto de perder un dedo, pues después de que se lo pusieran por tercera vez, Sigüenza lo llamo a su despacho y después de la jornada fueron juntos a ver al profesor Bosch que le recriminó su torpeza… pero mantuvo su puesto.

Franco

¿De verdad? Bueno… pero Andrea es un mimado.

Carlos

Dale perico al torno. Tu lo que pasa es que eres un envidioso, si te gusta Cris. Díselo y punto.

Franco

No puedo.

Carlos

Vaya… ni comes ni dejas comer, pues que te den por culo.

Franco

¿Tu no estabas malo?- Irónico.- aún así, sigo pensando que hay algo raro en Andrea. Somos cinco jóvenes en todo un pueblo, no se puede prestar atención solo a uno. Eso es favoritismo.

Carlos

No le des tantas vueltas. Andrea esta loco. Asusta cuando se pone en plan autómata. Por lo demás, es posible que lo cuiden tanto por si le da un brote de esquizofrenia. ¿Tú qué sabes?

Franco

¿Por eso Juárez le deja la pipa? – Extrañado – Eso no concuerda de ninguna manera. Si fuese esquizofrénico sería peligroso darle un arma, podría albergar intenciones asesinas.

Carlos

Me estas cargando… deja ya el tema. Sus razones tendrán. – dándose la vuelta en la cama quedando cara a la pared.

Franco

No puede ser… fue él. – sorprendido.

Carlos

¿Él qué?

Franco

Él que asesinó a Horacio y a su novia. Hijo de puta, por eso sabia que había algo en la escena que la poli no encontró y por eso nos llevo al parque ese día, para que admiráramos su potencial homicida.

Carlos

No, perdona pero la idea de fumarnos las clases fue mía. Andrea no quería faltar… estas sacando las cosas de quicio. No seas conspiranoico.

Franco

Seguro que fue Andrea.

Llaman a la puerta principal, todavía temprano para que sean los padres de Carlos, este se levanta y baja a abrir. No son más de las nueve y cuarto, Andrea espera en la puerta y al ver a Carlos se dibuja una sonrisa en su cara.

Andrea

Che, ¿Cómo te encuentras? ¿Ya se te ha pasado todo? Se te ve bien.

Carlos

SI gracias. Pasa, Franco esta arriba en mi cuarto.

Andrea aún conserva el sombrero cordobés que utiliza en la clase de tango. Casi podría decirse que desde que se lo ponía para la clase hasta que se acostaba era una prolongación de su cuerpo. Nunca se lo quitaba

Al entrar en la habitación, Franco se levanta de la silla en la que está y se la cede amablemente a Andrea, ignorante de lo que se piensa de él.

Andrea

Chicos, veamos un momento el guante que encontramos esta tarde.

Abre su bolsa de deporte, saca el guante y lo extiende en la mesa frente a todos.

Andrea

¿Veis algo raro?

Franco lo coge con la punta de los dedos, lo zarandea un poco y algo pequeño cae del interior, algo gelatinoso.

Franco

Tíos, parece carne.

Carlos

¿Humana?

Andrea

No sé decirte. No lo parece.

Franco recoge del suelo la tajada de carne.

Franco

No, no es carne. Es un trozo de tela empapado en algo rojo – lo huele. - que no es sangre, sino pintura. Acrílica para ser exactos.

Andrea

¿Pintura? ¿Quien pinta en el pueblo o puede tener acceso a esa pintura?

Franco

Hace poco vi a Juárez pintando la verja de su casa… de rojo casualmente.

Andrea

No jodas, ¿Juárez? – Obnubilado – pero eso no tiene nada que ver, quiero decir, solo tenemos una prueba circunstancial. No podemos acusarle formalmente, es posible que el autor quiera incriminarlo.

Carlos

No lo creo. Yo también lo ví y además llevaba unos guantes como esos.

Andrea

No me jodas tú también…

Franco

Pero, también es cierto que no es el tipo de pintura que se usa para pintar verjas, esta pintura se utiliza para lienzos. ¿De donde habrá salido? Y este trocito de lienzo…

Carlos

No hay nadie por aquí que pinte.

Andrea

Iremos a ver a Juárez, el sabrá quien tiene acceso a estos materiales.

Franco

¿Porque tenemos que pensar que este guante es una pista fiable? ¿Dónde esta la relación con el accidente? Solo se encontraba cerca de la escena y demasiado a la vista para pasarlo por alto. La poli no es tan incompetente. Lo habría visto.

Carlos

Id a ver a Juárez, preguntadle quien tiene acceso a lienzos y pintura acrílica. Una pregunta inocente que no sugiere nada extraordinario. Como si quisieseis aficionaros a pintar, nada más. Y según lo que os diga, actuaremos en consecuencia.

Andrea

Estoy de acuerdo. No perdemos nada.

Franco

Que remedio, pero es perder el tiempo.

Sonido de cerradura en el piso de abajo, son las diez de la noche.

Andrea

Tus padres, bueno iremos a ver a Juárez de camino a casa.

En el umbral de la puerta de la habitación de Carlos aparece su madre seguida de su padre, este último se detiene junto a su mujer mostrando un vendaje abultado en su mano.
Andrea

¿Qué hay señora González? Señor González, ¿no me diga que le ha vuelto a pasar?

González

Ya ves hijo, gajes del oficio. (A su mujer) Cariño, voy a tomarme un calmante y a la cama.

Sr. González

Muy bien, ¿mañana no pensaras ir al trabajo?

González

Por supuesto que no.

Sr. González

Chicos, ¿os quedáis a cenar?

Franco

Gracias señora, pero tenemos que irnos.

Franco coge el guante lo echa en la bolsa de deporte de Andrea y se lo lleva a rastras a este ultimo.

Andrea

Adiós señora, tenemos que irnos.

Cayendo ya la noche, los chicos salen de casa de Carlos en dirección a la garita de Juárez, por la calle pequeños grupos de trabajadores que salen ahora del trabajo. Una marcha militar de aires triunfales suena por los altavoces. Recorren los últimos metros hasta la garita y encuentran al policía en la puerta de la garita con una taza de café en la mano. Los chicos se acercan a él.

Andrea

¿Cómo andás, Juárez?

Juárez

¿Qué haces aquí tan tarde?

Siguiendo las vias.

SUPERLATIVO

Cuaderno de bitacora a 30 de agosto del 2007:

Hoy les contare la historia de un muchacho, infeliz entre los infelices, que sufrio o sufrira, una terrible maldicion. Helo aqui; que, por las dimensiones descomunales de su falo, fue declarado por las autoridades como arma blanca. Observese que tras el anuncio, el susodicho, se vio obligado a prescindir de su herramienta para cualquier tarea mundana. No se le permite acostarse con chicas ya que podria ser acusado de agresion. Y tampoco se le permite orinar en baños publicos, por poder ser acusado de amenazas. Así, se lio la manta a la cabeza...
y la polla a la cintura, para vivir aislado en el nacimiento de un rio. Poco tiempo despues su vegija revosaba orin de tal manera que implosiono para posteriormente reventar hacia fuera exterminando al muchacho. Un aguacero de orin cubrio el cielo y se precipito con violencia sobre el suelo yendo a parar al rio que desde entonces bajo hasta el mar cromado por la rojiamarilla sutancia. Y fue asi denominado Orinoco a aquel lugar sagrado.

Don't cry, Argentina.


Paraisos impresionistas.